Señales de amor
"Nunca tengas miedo de las tormentas. Es tu padre diciéndote que te quiere."
Con esta frase de la saga "Los héroes del Olimpo" de Rick Riordan, desencadené una interesante conversación con mi marido.
Antes de nada, me gustaría aclarar dos cosas. La primera, que he omitido a propósito el nombre del personaje al que va dirigida la frase, por los posibles spoilers. Solamente diré que el padre divino del personaje en cuestión es Júpiter, ya que el dato y su relación con las tormentas son importantes para entender de qué va esta publicación. En segundo lugar, quería aclarar que mi marido también es pagano. Con estas dos aclaraciones, entenderéis la razón de la pregunta que me hizo cuando le leí la cita del libro: "Y tú, ¿cómo sientes que tu madre divina te dice que te quiere?"
Entonces me puse a reflexionar sobre cuáles son las señales del amor de Iset en mi vida.
Siento su amor cuando la luz del sol acaricia mi piel. Al igual que el astro rey, ella está siempre ahí aunque no la vea. Por el hecho una persona no te diga que te quiere todos los días no significa que no lo haga. Aunque ella siempre se esfuerza por hacerme llegar su amor.
Siento su amor en el sonido de la lluvia. Ella es la que trae la Inundación. Dentro de casa, me reconforta. Fuera de casa, me hace darme cuenta de que no todo puede ser comodidad. A veces nos tenemos que mojar por aquello que más nos importa.
Siento su amor en cada arcoíris, en cada luz, que me anima a buscar aunque no pueda ver. Isis Pharia es un faro de luz que me indica por dónde debo ir y por dónde no. Su estrella Sopdet me guía en la más oscura de las noches, dejándome un tiempo para tomar mis decisiones cuando lo necesito.
Siento su amor en cada respiración. Aset-Serqet, La que hace que la garganta respire. La que me ayuda a sanar mis heridas internas y externas, a entender mis emociones y liberarme de los venenos que lastran mi crecimiento.
Quizá os estéis preguntando si ella es todo amor y nunca me reprocha nada. Su amor es incondicional, pero eso no significa que no me dé un tirón de orejas de vez en cuando. Una madre que solamente te diera caprichos y mimitos sería una madre negligente. Ella puede ponerse dura e insistente para que hagas lo que debes hacer: tratarte bien a ti y a los demás. Una cosa es que se ponga dura y otra muy diferente es que sienta ira hacia mí. No digo que no pueda sentirla, claro. Pero creo que solamente la sentiría si algo hago terriblemente grave. Algo que me haga mucho daño a mí o a otras personas. Pienso que ver señales de ira o disgusto ante cualquier golpe de mala suerte es, actualmente, más abrahámico que pagano. En mi práctica no hay temor a los dioses, sino certeza de que están en todas partes. Nuestra relación no es contractual: es de amor mutuo. Tampoco digo que no hagamos algún intercambio justo de vez en cuando, claro. La mayoría de las veces, si quieres algo, debes ganártelo. Pero esta regla nunca debería aplicarse al amor. Ella me repite que merezco amor y cuidados, pase lo que pase, haga lo que haga. Aunque no me lo crea. A ti, que me lees, te dejo su mensaje: Mereces amor y cuidados. Seas como seas. Hagas lo que hagas. Mereces ser amable contigo. Pero no te descuides. Esto no es una carta blanca para que hagas daño a nadie. Tu bienestar no debe pasar por encima de la dignidad o el respeto a otros seres. Busca siempre tu equilibrio.
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